Mi hija, como todos los niños, ni más ni menos, tiene memoria de pez, pero estoy convencida de que cuando me acerco con el chisme este me mira y por unos segundos me odia. Gracias a Dios, conseguimos calmarla y al rato se olvida del mal trago ¡la que no se olvida soy yo! No sé si teme ella más el momento de la «extracción quirúrgica de los mocos» o yo misma. Los mocos son un mal necesario. Menos mal que mi hija pasó un mes o dos muy acatarrada y con continua necesidad de Narhinel aspirador nasal (o sacamocos, por hablar en román paladín), pero ya lleva mucho tiempo (y toco madera) que está relegado en un cajón.
El aspirador nasal Narhinel
La ventaja del Narhinel es que, pese a lo desagradable del concepto «sacar los mocos», lo es un poco menos que otros métodos de tortura como la pera que usaban cuando éramos pequeños nosotros. Cogías la pera, sí, tipo las de las lavativas pero con un cabezal que se metía en la nariz de los chiquitines, apretabas y soltabas. Imaginad que susto cuando de repente aspiraba para adentro. No me extraña que los niños no pararan de llorar.
El aspirador nasal Narhinel es un poco menos salvaje, aunque también depende de la maña que te des. He de decir que mi marido lo hace mucho mejor que yo, que en una de estas le absorbo el cerebro a la pobre. Él es mucho más delicado y consigue mejores resultados.
Consta de cuatro partes:
- RECAMBIO DESECHABLE: es un tubito de plástico transparente duro con forma de embudo que se mete en la naricita del pequeño. Tiene en su interior una espumita que es la que retiene los moquetes y que supuestamente impide que te los tragues tú.
- SOPORTE: es donde se engancha el recambio desechable. Es de plástico mate y acaba en una puntita redondeada donde se sujeta la goma
- GOMA: es una goma larga por la que fluye el aire de la absorción.
- BOQUILLA: se sujeta a la goma y por ahí aspiras, con un poco de suerte aire, y con menos suerte algún «premio»
Todas las partes se pueden separar para su lavado. El recambio se supone que es de usar y tirar, pero hay mucha gente que lo reutiliza. Yo debo ser bastante corta porque aunque lo intenté (es que tener que estar dejándote los cuartos cada dos por tres en las boquillas hace que aguces el ingenio), el resultado fue un poco desastroso. Así que lo que hago es utilizarlo hasta que se cae de sucio y entonces lo reemplazo.
A mí el sistema no me parece malo porque me parece menos agresivo que otros. Sin embargo sí que le veo algunas pegas. Se supone que al tubo no pasa nada de lo que estás sacando, pero cuando el moco es muy líquido (siento ser tan escatológica), a veces la almohadilla no es capaz de retenerlo y te llevas desagradables sorpresas. A veces se me suelta la goma del cacharrito, sobre todo cuando la llevaba en el bolso en momentos de «mocus maximus», e iba perdiendo por ahí las partes del aparato. Es más, tuve que comprarme otro porque en una de ésas, efectivamente lo extravié. Y cuando el moco es «tipo tropezones» tiene una tendencia horrible a taponar el recambio y a volverse de un bonito color verde radioactivo con los días. Así que es bastante asqueroso.
Con el tiempo lo que he hecho ha sido minimizar al máximo el uso del sacamocos. Con una jeringuilla de hospital le meto un chufletazo a toda pastilla de suero fisiológico de un bote de gotero (para que me dure más y no arruinarme en recambios monodosis), de manera que la niña se apabila pero a lo que se quiere dar cuenta ya ha pasado. La dejo un rato, y al cabo del tiempo, le doy un repasito con el sacamocos si no queda más remedio.Pero la mayoría de las veces con el suero fisiológico es más que suficiente.
Yo sí que recomendaría que tuviérais en casa un sacamocos, éste o cualquier otro, porque la verdad es que viene bien. Cuando ves a tu hija respirando como Darth Vader da muchísimo miedo, así que tienes que buscar una solución para aliviarla y lamentablemente, el sacamocos es una buena opción. Pero es preferible agotar antes otras posibilidades antes de torturarla con este aparato del diablo porque ellos lo pasan mal y tú también.