A mis hijas las tengo literalmente fritas a fotos. Soy una pesada de padre y muy señor mío. Afortunadamente, mi hija mayor (que es la que lleva más tiempo sufriéndome) no tiene ningún problema con esto y no sólo se deja fotografiar sino que es tremendamente fotogénica. Siempre digo que no tiene que ver con que sea guapa (que a mi, que os voy a decir, pues me parece la más guapa del mundo mundial). Hay gente muy guapa y muy poco fotogénica y personas más normales que salen muy bien en las fotos. Aldara sale divinamente. El caso es que me inflo a hacerles fotos y llevo los álbumes muy al día, lo que me sirve como diario donde apunto qué han hecho, qué han dicho etc.

Pero un día leí en algún sitio que no recuerdo, la idea de hacer el bote de los momentos felices, y no sabéis lo que me arrepiento de haberlo descubierto tarde o de que me entrara la pereza o … no sé. Pero algunas todavía estáis a tiempo.
Es una idea muy sencilla: hay que hacerse con un bote, caja o lo que se quiera. Da igual que sea mono, feo, hecho en casa o comprado. La idea es que cada vez que vuestro hijo tenga una ocurrencia, algo que os haga reír, compartáis un momento especialmente bonito o cuando empiece a hablar diga una frase de esas que os hace mondaros de la risa, lo escribáis en un papelito. Por detrás hay que poner el nombre del niño (si hay más de uno en la familia) y la fecha, y si queréis la edad por no andar echando cuentas. Se dobla el papel, y hala, para el bote.
Cuando tengáis un momento triste, estéis de bajón, hayáis tenido un mal día por lo que sea, podéis coger aleatoriamente cualquiera de esos papeles y utilizarlo como «píldoras para el alma». Conseguirán levantaros el ánimo o sacaros la sonrisa por lo menos. Y luego es un recuerdo precioso para guardar porque habrá anotadas un montón de cosas que os parecieron bonitas en su día y que, casi con toda seguridad, habréis olvidado en el devenir de los días.
Os animo a que lo pongáis en marcha… es una idea tan sencilla y tan bonita que merece la pena.