Se habla de muchas cosas cuando vas a ser madre. Pero así a la memoria me vienen tres que a mí me pillaron completamente por sorpresa porque o bien me las habían contado así como de pasada, o bien nunca imaginé que fueran para tanto. A ver… que todo se pasa, y graves no son, pero no está de más estar advertida. Supongo que tiene que ver con la escatología por lo que no forman parte de las conversaciones comunes. Quizás sea eso. Así que voy a intentar hablar de ellas con normalidad aunque sea en algunos casos un poco asquerosillo.
Sangrarás como un cerdo
Todo el mundo ha oído hablar de la cuarentena, esos cuarenta días en los que recomiendan abstenerse de tener relaciones sexuales después de dar a luz. La razón que te dan suele ser que «todo tiene que volver a su sitio», porque nuestro útero tenía dimensiones descomunales y ahora tiene que volver a su tamaño habitual, y además si te han hecho episiotomía (ese corte para facilitar la salida del bebé) tiene que cicatrizar la cosa. Te dicen que durante un tiempo vas a tener como una regla y que suele acabarse más o menos cuando se pasa ese periodo.
Pero claro, yo al menos no era consciente de la magnitud de esa «especie de regla». Cuando me decían en las clases de preparación al parto que era conveniente utilizar compresas tocológicas, que vienen a ser unas compresas como del pleistoceno, grandes como cuando yo tenía 13 años y parecía que llevabas dodotis o que habías perdido el caballo, yo las miraba con incredulidad. ¿Para qué leches habría que llevar esa cosa tan sumamente grande e incómoda? Respuesta: porque sangras como un cerdo. Pero como un cerdo en el matadero. Es realmente ASQUEROSO.
Yo lo recuerdo con bastante horror porque era una cochinada. Esas compresas horrorosas realmente eran efectivas, una normal no hubiera aguantado ni de coña. Al final, la cosa se va aliviando y el sangrado es menor, pero hay unos días en los que echas de todo.
Sí, es una guarrada, pero es mejor estar preparado que no que te pille por sorpresa la cosa.
Los entuertos duelen un huevo
Esta parte la llevaba mejor. No sé, es que quizás cuando das a luz das más por hecho que vas a estar dolorida por una cosa o por otra, o cansada… en fin, que creo que todas tenemos bastante claro que por hache o por be vamos a estar un poco fastidiadas.
Los entuertos son necesarios para que, como decía antes, el útero vuelva a su ser. Son unos dolores un poco desagradables, tipo retortijón, dolor de regla fuertecillo que según y como a veces te hacen ver las estrellas. Sobre todo cuando el bebé mamá, porque puedes tener incluso sensación de contracciones ¡a estas alturas de la película!. La ventaja es que se pasan antes que los loquios (que es el sangrado al que me refería antes) porque conforme el útero se va contrayendo van disminuyendo ¡gracias a dios!. Una mala noticia: con el primer hijo en general suelen ser menos escandalosos que con el segundo y posteriores.
A ver, que tampoco quiero ser alarmista. Nadie se ha muerto de un entuerto, sólo son desagradables y simplemente deseas que se pasen rapidito. Pero que no os extrañen, es mejor estar preparada para ello.
La lactancia materna al principio puede ser bastante dura
Y no, no me refiero a casos extremos. Yo con la mayor lo pasé tan condenadamente mal que francamente estuve a esto de darle directamente biberones porque no me sentía preparada para darle el pecho. Me faltó el canto de un duro. Al final, porque soy como soy, no tuve valor de hacerlo, pero me prometí a mí misma que no tenía intención de sufrir ni de comerme la cabeza. Si iba todo bien, bien, y si no, pues al rico biberón. Así que problemas graves no tuve en la lactancia porque si no la hubiese mandado a paseo. Lo que son las cosas, mi hija está a punto de hacer un año y todavía seguimos.
El caso es que, incluso en el caso de una lactancia «fácil» como fue la nuestra, la cosa no fue un camino de rosas. A muchas de las madres que tienen lactancias prolongadas se les olvida y a mí me resultaba desesperante cuando estaba empezando con la peque. Te decían «dar el pecho no duele». Efectivamente, a mí ahora no me duele en absoluto, y a corto plazo después de dar a luz, tampoco. Pero recién parida, pues sí. Y no tenia nada que ver con la postura del bebé, que es lo primero que te dicen. Mi hija ha sido y es una gran mamona en el sentido más estricto de la palabra. Se agarraba como una piraña divinamente. Salvo una muy muy pequeñita, no tuve grietas y aún así, ésta se curó bastante deprisa. Dolía a morir en el primer momento, pero luego se calmaba. Y con una gotita de leche extendida por el pezón se solucionó muy deprisa.
Dolía porque hasta que se te regula la producción el tener semejante cantidad de leche en el pecho era horroroso. No sé porqué, pero cuando estás a reventar cuando se engancha el bebé a mí me dolía. Vamos, me dolía y me duele ahora. Normalmente, si llevo un ritmo normal de tomas mis pechos no se hinchan en exceso y doy el pecho sin ningún problema. Pero si ha estado un día fuera y no ha tetado lo suyo, se me han hinchado los pechos más de la cuenta, me molesta. No es un dolor horroroso ni insoportable, pero agradable desde luego no es. Cuando se regula la producción baja la tensión mamaria y es mucho más fácil dar el pecho, molesta infinitamente menos.
Por otro lado está el hecho de que, por muy bien colocado que esté el bebé, los pezones por lo general suelen ser una parte muy sensible de nuestra anatomía. Y claro, tener a un bichito ahí, dándole a todas horas, con la zona húmeda cuando normalmente no lo está, pues qué queréis que os diga. Habrá quien lo lleve bien y quien no, como era mi caso. A mí me dolía. Me dejó de doler fundamentalmente cuando fue pasando el tiempo y se me encalleció la cosa.
Igual soy la única, pero yo me acordaba de la madre de todo el mundo cuando me decían que no dolía dar el pecho. Y es que, efectivamente, con una lactancia establecida y de meses, no duele ni de coña, pero se nos olvidan los inicios, que no son tan bonitos como nos imaginamos incluso cuando la cosa va bien. Y si no va bien, ya ni os cuento…
Honradamente creo que merece la pena porque pese a los inicios, en general la cosa se establece bastante rápido y al final acaban siendo todo ventajas. Contar que duele no es para desanimar, sino al revés, por raro que parezca. Yo me tiraba de los pelos porque lo que necesitaba era que me dijeran «mira, esto que te pasa es normal, va a durar poco y luego va a ser estupendo, pero no te preocupes, que no estás haciendo nada mal, es que es así y se pasa». No que me dijeran «pues si te duele, observa la postura del bebé». A mí eso no hacía más que desesperarme porque yo veía que mi hija estaba divinamente colocada y se enganchaba como tenia que hacerlo. Se enganchó, para no mentir, ligeramente mal al principio y de ahí mi mini-grieta, pero eso lo solucionamos y seguía doliendo. Por lo que os decía, porque el pezón necesita acostumbrarse a su nueva función. Nada más.
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