Esta mañana me he despertado con la blogosfera revolucionada por culpa de un artículo publicado en el semanal de El Mundo. Aunque cuando me he ido a trabajar sólo había leído uno, ya me imaginaba que la cosa iba a traer cola, así que me lo he mandado al trabajo para poderlo imprimir y leerlo con tranquilidad.
Ahora viene cuando me canean. Porque yo, siento disentir de la mayoría de los artículos leídos en Internet hoy, pero qué queréis que os diga, tampoco me parece que sea para tanto ni que la autora sea poco menos que el anticristo. Lo digo bajito porque todavía no he leído un sólo artículo que no ponga el grito en el cielo (con mayor o menor intensidad, también es verdad), así que debo ser yo la rara.
No me malinterpretéis… hay cosas en las que estoy de acuerdo y otras en las que no. Pero os juro que he leído el artículo cuatro o cinco veces (subrayando incluso) y todavía no me he escandalizado por nada de lo que he leído.
Ya os he contado muchas veces mi situación pero tal vez haya quien no la conozca. Con mi hija mayor intenté la lactancia materna, con mucho entusiasmo, mucha información y mucho de todo. Y la cosa no fue demasiado bien. A mi hija, modelo marmota, le interesaba mucho más dormir que comer, y entré en un círculo vicioso complicado de romper. Ella mamaba poco, con poco interés, con lo que después de mucho padecer me pasé a la lactancia mixta y así aguanté hasta los 3-4 meses, harta de todo. El paso a la lactancia artificial fue un alivio, diría que para ambas.
En cambio con la pequeña estuve a punto de olvidarme del pecho y darle directamente biberones, pero al final me dio cargo de conciencia. Y dije que vale, que lo intentaba, pero con poco (poquísimo) entusiasmo, y que a la aparición de cualquier problema, yo me pasaba sin comerme la cabeza al biberón. Pues ya sabéis, ley de Murphy, ahora tiene casi 13 meses y me parece que va a ser hoy precisamente cuando deje la teta. Porque ha querido (lleva dos días sin ningún interés, me la pongo al pecho varias veces al día y se dedica a morderme y a pasar del tema… y yo valoro mi integridad física, coño qué daño que me hace), ya que hasta la fecha ha sido una mamona con todas las de la ley. Así que si no quiere, no quiere. Por mí seguiría, pero tampoco vamos a obligarla.
O sea, una lactancia con mucho interés por mi parte fracasada y otra bastante pasota que ha durado un 14 meses aproximadamente, hasta que ella ha querido. Así que creo que puedo opinar sobre los dos lados con conocimiento de causa.
Veo que hay gente que se ofende mucho por la foto e incluso por el apelativo «mama vaca». Yo creo que no ofende quien quiere sino quien puede. A mí no me molesta que me comparen con una vaca… coño, si muchas veces me comparé yo. Sobre todo al principio, yo lo siento, pero sí que tenía complejo de vaca lechera. No sé cuántas veces podía mamar mi hija, pero muchas y durante mucho rato. Así que a veces bromeaba con eso. Seré una ingenua y una ilusa, pero yo lo primero que he pensado es que vaya tipazo el de la mujer (envidia cochina) y que me parecía una foto bastante bonita. Está claro que no sé leer entre líneas.
El testimonio que encabeza el reportaje yo me lo creo… y me lo creo porque lo he vivido en mis carnes. Me sentí exactamente como describe esta mujer. El ver que la cosa no va, que tú pones de tu parte y que no va y que encima tienes a un montón de gente presionándote porque es lo mejor y todos los argumentos positivos que queráis (y que son ciertos), unido al baile hormonal pues me hicieron pasarlo muy mal. No lo calificaría de depresión, pero desde luego, el que tu entorno te haga sentir (o que tú percibas que te hacen sentir, no siendo exactamente lo mismo) una mala madre no es lo que más ayuda.
Sí que creo, y lo creo firmemente, que hoy en día las campañas pro lactancia materna son las que más se oyen. No me oiréis decir nunca, y ahí si que disiento mucho con el artículo, que la leche materna no sea lo mejor. Me parece una sarta de chorradas lo que dice Lidia Falcón sobre la estatura de los niños en África y en el norte de Europa, o simplista por lo menos. La leche materna es mejor, sin duda, sin peros, sin nada, que la artificial… pero eso no quiere decir que ésta última sea mala. De una cosa a la otra hay un trecho.
Cada uno, esta claro, cuenta la feria como le va. Por supuesto que me creo a las que dicen que se han sentido mal miradas cuando han dado el pecho en lugares públicos, por supuesto que te topas con pediatras pro-lactancia materna y otros que a la mínima te sugieren que dejes el pecho, por supuesto que te encuentras con mucha desinformación. A mí lo primero no me ha pasado nunca (y sí en cambio me sentí presionada para dar el pecho con mi hija mayor), pero lo segundo sí. Me han sugerido tirar la leche de unas tomas por irme a desvitalizar una muela (e hice caso omiso) y me han sugerido pasar a pelo una lumbalgia (lo que solucioné imprimiendo la información de E-lactancia). Yo me creo todo porque no creo que nadie mienta en estos casos. Pero cada uno le da importancia a lo que se la da, y yo probablemente percibí más agresivos los comentarios para que siguiera dando el pecho que las lagunas de información médicas y otra persona en mi caso igual hubiera puesto el grito en el cielo más con lo segundo. Mismas situaciones, distintas reacciones.
A veces tengo la sensación de que la gente más militante pro-lactancia no se da cuenta de que su activismo puede ser visto como presión frente a las que no dan el pecho o que no experimentan la lactancia materna del mismo modo que ellas. No digo que sea algo buscado, ni querido… pero nos movemos en un terreno pantanoso, de sensaciones. Y aunque no se pretenda presionar, puede interpretarse así desde el otro lado. En ese sentido comparto la afirmación que hace en el artículo la médico de familia Blanca Marcos que dice
[…] muchas veces somos dogmáticos. Estamos tan convencidos de las bondades de la leche materna que intentamos trasladar nuestra idea sin indagar en las razones de una madre para no dar el pecho. Diría que damos mucha información, pero sin que exista una buena comunicación. Y en ese sentido algunas mujeres sí pueden sentirse presionadas.
Yo a veces tengo idéntica sensación.
Muchas de las cosas que he leído hoy van en la línea de criticar que no está suficientemente representada la otra postura, la de que dar el pecho puede ser una experiencia maravillosa. Yo sinceramente no lo veo así, tanto que he hecho leer a mi marido (que está bastante al margen de estas cosas) el artículo. Creo que para cada argumento hay un contra argumento, un punto de vista diferente. Eso sí, me parece bastante obvio que se ha tratado de contraponer posiciones bastante extremas. Quiero decir, que no han elegido testimonios de madres normales, con vidas más normales y con experiencias con la lactancia más estándar. Con sus luces, sus sombras etc. Se han ido al extremo, en todos los casos. Y o todo es muy malo, o todo es estupendo. Y la vida no suele ser así… mi sensación es de que la mayoría de las personas se mueve más en la gama de los grises, que en el blanco o en el negro.
He leído críticas a que el testimonio que se ha elegido de una madre con una lactancia satisfactoria es la de una persona que trabaja en casa y que dice «Pero si hubiera trabajado fuera, me habría sido imposible darle de mamar durante tanto tiempo«. Bueno, es su opinión y su caso. Por supuesto que se puede dar el pecho en una lactancia prolongada trabajando fuera de casa y a tiempo completo. Pero a mí no me parece tan peregrino lo que dice. ¿Que se puede? Sí. ¿Que es mucho más difícil? También. Hay que estar muy convencido de que se quiere seguir amamantando para no rendirte ante las dificultades evidentes que surgen. No son insalvables, pero que son chinitas en el camino, pues yo opino lo mismo. Habrá gente muy convencida de que quiere dar el pecho a toda costa, y que se sacarán la leche en casa, en el trabajo, que harán todo lo que esté en su mano para seguir con la experiencia… pero también habrá gente para la que esto es un engorro y lo dejan. En lo que estamos todas de acuerdo, creo yo, es en que 16 semanas de baja materna son ridículas y que lo de la conciliación muchas veces se queda en papel mojado. Y ojo, que yo precisamente no puedo quejarme al respecto. Pero cuando cuento mi caso lo normal es que la gente se admire porque no suele ser lo habitual.
En todo el artículo creo que donde más disiento es en la parte de ventajas e inconvenientes. Las ventajas son bastante obvias, pero las desventajas me parece que están bastante sesgadas y llenas de inconcrecciones. No entiendo yo qué desventaja es tener que llevar una dieta equilibrada, lo de los medicamentos es bastante menos exagerado de lo que lo pintan (¡bendita e-lactancia!) y los problemas para dar el pecho son solucionables. Aunque dificultan, esto es innegable también.
Pero el punto cinco sí que lo comparto, aunque mucha gente no. Sí que creo que es difícil (no imposible) compaginar la vida laboral con la lactancia y hay que poner mucho de tu parte. Que es engorroso, también. Yo odiaba el sacaleches con toda mi alma, y os juro que la perspectiva de meterme en un baño a sacarme la leche no me resultaba lo más seductor del planeta. Gracias a dios, he estado de excedencia y me lo he ahorrado. Igual os parece un sacrilegio que diga esto, pero me apostaría los dedos de una mano a que no soy la única. Y tampoco me parece negociable la afirmación de que «puede» acostumbrarse al biberón y rechazar el pecho. O si no ¿por qué tantas lactancias mixtas están condenadas al fracaso? ¿por qué recomiendan darles la leche con jeringuilla o en vasito? precisamente porque «puede» pasar. No quiere decir que vaya a pasar seguro, no es lo mismo.
Respecto al último punto, hay cosas que sí y cosas que no. Reducir la crianza a dar el pecho o el biberón me parece ser estrecho de mente. Hay muchas formas de implicarse. Pero muchas, muchas. En cambio las dificultades que te supone para una posterior reentrada en el mundo laboral el quedarte en casa cuidando a tus hijos, muy a mi pesar, he de estar de acuerdo. Obviamente me parece un error y que no debería ser así… pero no estamos hablando de lo que «debería» ser sino de lo que es. La cosa está muy mal montada y las mentalidades de muchos obsoletas del todo. Y parece que tienes hijos y te quedas a cuidar de ellos una temporada y te debes quedar tuerta, coja y sorda todo a la vez cuando lo haces porque vuelves al mundo laboral y el panorama es como para echarse a temblar. ¿Es una mierda? Sí. ¿Debería cambiar? También.
En fin. Creo que ya os he dado suficientes argumentos para que me lluevan de todos los sitios, así que no seguiré hurgando en mi propia herida.
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