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La etapa rosa

Estamos en plena etapa rosa. Suena a etapa de pintor, pero no, no tiene nada que ver.

Yo no soy especialmente moñosa. El rosa no es mi color favorito, pero tampoco le hago ascos. Si se tercia y toca, pues las visto con cosas de ese color, pero desde luego si se abre el armario de cualquiera de mis hijas se descubrirá rápido que no es (ni de lejos) el color que predomina. A mí por gustarme me gustan más el morado, el rojo y colores de este estilo. Incluso el fucsia. Pero el rosa moñón… en fin.

Hasta hace poco tenía algo de voz y voto en las decisiones de color de mi hija mayor, que tiene cuatro años. Pero de un tiempo a esta parte esto se ha acabado. ¿Dónde quedarán aquellos tiempos en que le preguntaba que cuál era su favorito y me decía todos los del arcoiris?. Ahora no. Ahora TODO tiene que ser rosa. Y si no puede ser rosa, tiene que ser morado, lila, violeta… pero sin desviarnos mucho de la pauta.

Y es un rollo patatero. Lo genial de que sean niños (o niñas en este caso) es que pueden vestirse como les plazca, y utilizar una gama de colores mucho más amplia que cuando somos mayores. A mí me gustan los colores y hay cosas en las que soy valiente y hasta me pongo colorida, pero claro, un vestido amarillo limón con el culo que gasto va a ser que no. Parecería una pista de aterrizaje. Y no es plan de ir luciendo por la vida como un semáforo. Así que en el fondo me da rabia que su paleta de colores se haya reducido tan drásticamente de un día para otro, como aquel que dice. Darle a elegir es morir al palo del rosa. Un coñazo. ¿Que le compramos un vestido? Rosa. ¿Un plato? Rosa. ¿El maillot para gimnasia? Rosa. Así que mi hija parece la prima de Tarta de Fresa a todas horas.

Y ya no es eso sólo… es que nos queda un telediario para meternos en la etapa esa hortera del rosa.. y los brillis. Porque el rosa tiene un pase, pero con la purpurina ¡¡¡no puedo!!! Si es que parecen árboles de navidad. Encima como estamos también con las princesas Disney a saco, parece un anuncio de marca, sólo le faltan los neones.

El caso es que yo no tengo sensación de haber propiciado en demasía esta afición por el rosa. Conozco casos de gente que, es más, lo odiaba, y las niñas han acabado sucumbiendo a la moda igual. Se ponían del hígado. A mí, como he dicho, no es que no me guste el rosa, es que no me gusta «solo» el rosa, me parece un aburrimiento. Pero en el caso de jevitrones supongo que tiene que ser un trauma que a tu hija a la que has vestido hasta la fecha con calaveras de repente quiera parecer un tigretón.

Me ha salido un pegote femenino. Es lo que hay… mi posición ante la etapa rosa es no resistirme a ella, aguantarme y esperar que pase lo antes posible. No creo que se puedan poner puertas al campo y tengo más o menos comprobado que da igual que te opongas con todas tus fuerzas… al final es mejor dejarles que lo pasen y ya cambiarán. Total, aunque no me apasione en absoluto esta afición monócroma si me opongo lo que conseguiré es que le dure más. Y al fin y al cabo es una cuestión de gusto personal. Los niños creo que tienen que construir su propio gusto e imponerle los nuestros (siempre que sean cosas aceptables) le impide hacerlo. No quiere esto decir que si un día me aparece (dentro de unos años, MUCHOS, espero) diciéndome que se quiere hacer un piercing o un tatuaje la vaya a dejar sin más. Una cosa es el gusto en la ropa, que es una cosa que pasa, que hacer cosas más o menos irreversibles sin darle dos o tres pensadas. ¿Es sólo mi hija, o las vuestras también están / han pasado por una etapa parecida?

Foto: Bailarina vía Shutterstock

Por Walewska

Madre de dos niñas. Gafapastas. Cuqui de barrio. Me gusta tomarme la vida con humor. Cuando tengo un rato libre me abro un blog. Escribí Relaxing Mum of café con leche. Me gusta andar descalza, creo que los postres sin chocolate no son postres y soy compulsiva en todo lo que hago.

6 respuestas a «La etapa rosa»

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