Estas Navidades he ido de culo. Mis hijas y yo hemos tenido vacaciones, así que, como podréis imaginar, he hecho de todo menos descansar. No sé porqué tradicionalmente se asocian las vacaciones al descanso porque por mi experiencia, tener vacaciones es su antítesis.
Mis hijas son madrugadoras, así que ni lo de dormir más. A las 7-8 de la mañana nos levantábamos, una gloria. La peque además tiene la preciosa costumbre de despertarse profanando todos los agujeros de mi cara. Es decir, que abre el ojo, y si yo estoy al lado, se dedica a meterme el dedo en la nariz con afán de sacarme el cerebro a pedacitos o mocos que ni yo sé que tengo, luego en la boca (una cosa muy higiénica, sí señor) y posteriormente en las orejas.
A veces la consigo engañar con un biberón y me deja dormir un poco más, pero en la mayoría de las ocasiones me rindo a la evidencia y me levanto. Y que luego se despierte la mayor es cuestión de tiempo. Ni en las fechas señaladas consiguen aguantar en la cama hasta una hora razonable. A éstas les da exactamente lo mismo haberse dormido a las 3 de la mañana que a las 9 de la noche, que a primera hora ya están dando por saco… quiero decir, alegrándonos con su presencia. Son más monas… grrrrrrr.
Aldara estaba encantada de la vida con las vacaciones y eso que habitualmente va muy contenta al cole. Pero Mencía sólo tenía vacaciones parciales (fundamentalmente porque aspirábamos a hacer algo de provecho por las mañanas, y con ella era prácticamente imposible), así que algunos días iba y otros no.
Aldara está encantada de la vida de perder de vista un rato a su hermana. Se quieren a morir pero tienen una relación un tanto amor-odio. La parte de amor se plasma sobre todo cuando a Mencía le da por tirarse en plancha contra su hermana (es un poco bruta) y comérsela a besos. Lo mismo la besuquea con lengua, que le hace pedorretas. Se mueren de la risa y a mí me recuerdan a un duo cómico, porque son «pa verlas». A veces Mencía, que es un poco bastante nerviosa aprieta más de la cuenta y le da un mordisco, con lo que ya tenemos el lío armado. No creo que muerda por fastidiar, ni tan siquiera para marcar territorio. Simplemente es que no controla la fuerza pero ¡¡¡cáspita!!! A mí alguna vez me ha dejado marcada y bien marcada. Y las veces que le ha pasado con Aldara buenoooooo… porque entre que duele y que la otra es un poco dengue pues los lloros se oyen en Pekín.
Como digo, se quieren bastante. Lo mejor es cuando Aldara hace cualquier cosa y Mencía la mira con cara de admiración. Pone una expresión que parece estar diciendo «HA-LA, mira lo que ha hecho». Yo creo que es porque para ella su hermana es una igual, pero con superpoderes. Pero bueno, Aldara tiene sus días con su hermana. Cuando la peque está especialmente pelma y le toca todo, yo creo que le gustaría regalarla. Dice que estaba mejor sin ella (aunque yo estoy convencida de que no se acuerda muy bien). Claro que propones regalársela a alguien y dice que ni hablar, que es su hermana. Lo mejor es cuando nos juntamos con su mejor amiga y su prima, que son hijas únicas. Sólo le falta hacer pis alrededor de su hermana para marcar territorio. Si las dos quieren coger a Mencía o empujar su carrito, a ella se le ocurre que es lo que estaba deseando justo en ese momento. Cuando habitualmente pasa ocho pueblos de hacerlo. En fin, si es que en el fondo se quieren.
Las Navidades han sido agotadoras, pero al mismo tiempo divertidas. Los cuatro años son la edad ideal para disfrutar del Papá Noel y de los Reyes porque se enteran perfectamente y es todo como muy mágico. En casa, además, tenemos la cochina costumbre de hacer doscientos mil regalos. En realidad, en mi casa casi hacemos más regalos ahora que para los cumpleaños. El caso es abrir doscientos mil paquetes, aunque sea con chorradetas. Una barbaridad. Aldara se ha debido pensar que se ha portado excelentemente y no es para tanto. No es que se porte mal (ni de lejos, pobrecita mía), pero tan tan tan bien ¡¡¡noooooooooooor!!!!. En todo caso, la cara de emoción por las mañanas no tenía precio. ¡Es tan bonito! Desearía que esta edad no se pasara nunca porque es simplemente mágica.
Por otro lado y aunque no tiene demasiado que ver, estas Navidades hemos podido ver en ¡Hola! las primeras fotos de Andrea Nicolás, el primer hijo de Paulina Rubio y Nicolás Vallejo-Nágera. Si os soy sincera, pensaba que a Pau le faltaba un aire. Eso siendo generosa. Así que me quedé bastante flipada cuando vi el reportaje y sobre todo, cuando lo leí, porque ¡¡¡parecía normal!!! Me sorprendió muy gratamente porque resultó que casi todo lo que decía era bastante sensato. Increíble pero cierto. Hablaba de que ser madre era una experiencia maravillosa y agotadora al mismo tiempo. Que estaba maravillosamente feliz y exhausta a la vez. Que dormía cuando lo hacía su hijo, que le daba el pecho porque creía que era lo mejor y que seguía sus ritmos. Que incluso se planteó en serio dar a luz en casa, pero al final como parecía que iba a haber problemas consideraron que era mejor acudir a un hospital. En serio. Un reportaje de lo más normal, y ella creo que no tenía ningún interés en parecer una super mujer, sólo en mostrar su faceta de madre. Incluso se mostraba sin ningún tipo de problema con unos kilos de más (vamos, lo normal y no lo de Paz Vega) porque decía que ya los perdería, que sus prioridades ahora mismo eran otras.
Incluso las fotos, que normalmente suelen ser cursis y edulcoradas, será que las miré con buenos ojos pero me parecieron bastante tiernas y de buen gusto. Incluída esa preciosidad de foto en la que está dándole el pecho con toda la normalidad a su bebé.
En serio… me sorprendió muchísimo el reportaje porque no era, ni de lejos, lo que esperaba de ella. Así que me quito el sombrero y reconozco que estaba equivocada… va a ser que no es tan tonta como parece 😉