A mí me gustan muchas cosas: unas para verlas, otras para llevarlas, otras porque son perfectas para alguien que conozco. Otras, no pocas, no me gustan nada, y aún así, suelo sacarles siempre lo positivo que tienen. Porque todo roto tiene su descosido, opino yo. Y si las cosas están ahí, es porque se venden, porque hay alguien a quien le gustan. Hasta los 25 más o menos, había bastante cachondeo conmigo porque yo JAMÁS (y cuando digo jamás, es nunca de los nuncas) llevaba pantalones.
Cuenta una leyenda urbana que una vez se me vio en chándal, pero no hay pruebas que lo corroboren. Ahora me he reformado y sí que los utilizo, pero lamentablemente, como mis hijas no tienen poder de decisión, en lo que a mí respecta, fundamentalmente van con vestidos.
Afortunadamente para mí, a la mayor parece gustarle esta decisión mía. Los pantalones no le gustan y las faldas tampoco, sobre todo porque le resultan incómodas ya que al no tener caderas se le caen. Hasta que tuve bastantes años, a mí me estuvo vistiendo mi abuela, que era la que me hacía los vestidos. Y me siguen gustando, qué le vamos a hacer. Mis hijas van, o muy arregladas o arregladas «casual». De sport, poquito. Así que, aunque me gustan las camisetas, luego me pasa que me tiro en plancha hacia los vestidos y acabo por no ponérselas.
Eso sí, vestido no es sinónimo de moñas. De aire romántico, tal vez, pero desde luego de cursi no. Me gusta llevarlas con muchos colores, mezclando tejidos, tendencias etc. Es por esto que esta marca que os traigo hoy me ha encantado. Porque reune todas las premisas que a mí me gustan: aire muy romántico, vestidos muy vueludos, colores lisos mezclados con rayas, flores y motivos en general discretos para dar combinaciones llamativas dentro de su sencillez, y todo muy coordinado. La gente bromea diciendo que yo combino hasta las bragas de las niñas. Y no se equivocan: lo hago. Se trata de Room Seven
Es ropa para niñas-niñas. No para niñas modernetas, ni niñas que quieren ir de mayores. Es ropa para niñas que quieren seguir siendo peques un tiempo más, y aprovechándose de las licencias de su edad. Eso no quiere decir que tengan que ser cursis ni estar en otro siglo. Son niñas actuales, pero de un estilo concreto. El que a mí me gusta y que algunas marcas llevan a cabo. No es una marca imposible de conseguir en España, pero si que es cierto que su implantación online es bastante limitada. En la web tenéis un apartado de distribuidores y es fácil que en vuestra ciudad tengais uno.
En realidad yo a la web entré buscando sus bolsas y fue la ropa la que se me llevó al huerto. Pero es cierto que casi nada de lo que tienen tiene desperdicio. A mí me recuerda muy vagamente al espíritu de Oilily, una marca que me ha gustado de siempre y que también toca muchos palos, desde la ropa hasta los bolsos, ropa de cama etc. Room Seven ha sido todo un descubrimiento para mí. Espero que os haya gustado tanto como a la que aquí escribe.