Me encanta la marca de zapatos Camper. Son comodísimos, duran un montón y sus diseños se salen siempre de lo habitual. Lo malo que tiene es que no es una marca precisamente barata y en mi casa tenemos dos problemas: uno, el lógico y normal en estos casos, que mis hijas son pequeñas y tienen la sana costumbre de ir creciendo, con lo que los zapatos se les quedan pequeños en dos días ¡y hace un duelo!; y dos, además de porque dejan de valerles, es que han heredado esta extraña forma de andar que tengo yo y que hace que ningún zapato sobreviva demasiado tiempo. Si a esto le sumamos que además los niños tienen que jugar y los zapatos sufren, pues la verdad es que a día de hoy a mí no me compensa comprarles zapatos tan sumamente caros. Pero ya llegará ¡y ese día me resarciré!
1. Merceditas rosas con flores aplicadas (de 65 a 79 euros según el número)
2. Merceditas con oveja (de 65 a 72 euros según el número)
3. Merceditas con Matrioshkas (de 59 a 67 euros según el número)
1. Botines espaciales (de 69 a 77 euros)
2. Botas industriales (de 99 a 125 euros)
3. Botines con salpicaduras (de 69 a 85 euros)
En la misma web de Camper podéis comprar online. En principio hay que pagar los gastos de envío (que se calculan según el peso del producto elegido), pero si os suscribís a su newsletter puede que os enteréis de los momentos en los que éstos son gratis.
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Hasta ahora era un consumidor relativamente frecuente de Camper. Y un enamorado de sus diseños. Hasta seguía a Mariscal y su página, sobre todo con las tiendas Camper diseñadas por él y las campañas preciosas, la de los niños y aquella destinada a Japón, tan linda.
Acabo de recibir la revista de la OCU de este mes de abril de 2012 y hace un análisis sobre las políticas sociales de las marcas de calzado. En ese mundo hay hasta esclavitud: en las ganaderías de Brasil de donde sale la piel; en las tenerías de la India, en donde se curte, y mucho más. Camper tiene la peor puntuación en cuanto a políticas de responsabilidad social. Por cierto que la mejor corresponde a Timberland.
Por eso desde este momento dejo de comprar este calzado y tambien dejo de flipar con todos sus colorines. Y paso de acompañarme con sus fantasías. Que ya está bien de indecencia por el maldito beneficio.