Soy una apasionada del porteo. Apasionada de bajo nivel, porque en toda mi vida útil como porteadora aprendí exactamente a hacer nudo y medio (el de la espalda se me daba fatal) pero me apañaba tan fenomenal. Mencía fue muchísimo montada en su fular que era con lo que yo me apañaba mejor y donde ella iba más cómoda. Me encantaba la sensación… si hubiera sido por mí, hubiese seguido porteándola todo lo que mi espalda hubiera aguantado.
Pero ya sabéis como son los peques… La pulga decidió hace un tiempo que de portear, nanay. Creo que esto pasó porque en verano como estábamos en un sitio en el que no había distancias pues la llevaba a pelo las pocas veces que necesitaba moverme un poco más. Y se desacostumbró. Luego llegó la guardería, ya no tenía tantas ocasiones de llevarla encima, y todo esto se unió a que se fue solita prontísimo y quería explorar el mundo.
¿Conclusión? La tía no sólo no quiere ser porteada sino que me monta unos shows de aúpa. Yo estoy desolada.
Las que hemos porteado sabemos que una se «malacostumbra». Dicho con todo el cariño del mundo, claro, y en un sentido positivo. Una vez que has llevado a tus hijos en trapitos te acostumbras y muy rápido a depender del fular, meitai o de lo que sea. Aparte de porque es preciosa la sensación de llevar a tu peque cerquita, porque descubres enseguida que es infinitamente más cómodo que hacerlo «a pelo», sobre el brazo sin más. Como vas fajada con el bebé, el peso se reparte de una manera increible, tienes los brazos libres para cargar cosas y demás. Una maravilla. Así que claro, volver a la manera tradicional, con el niño sin más encima es horroroso, sobre todo cuando van pesando como mi hija, que pasa de los 11 kilos. A los dos segundos andas con la lengua fuera, no sabes como colocarte nada, en fin, que es bastante horrible. Y encima si le sumamos que Mencía ha sido una niña que ha ido muchísimo en brazos y lo que es la sensación le encanta, pues es el acabose porque el carrito sigue sin emocionarle. Lo tolera, cosa que antes no, pero eso de estar atada y no poder subir y bajar lo lleva fatal. Es una escapista, consigue desatarse aunque lleve los tirantes cruzados. ¡Menuda habilidad!
Así que cuando me preguntaron si quería probar el Pognae mi respuesta fue un SI como una catedral. Si encontrábamos algo similar y que nos ayudara, alabado sea el señor.
Estos días he ido un poco de culo como sabréis, así que no he podido probarlo tanto como me gustaría. Pero desde luego las primeras impresiones son estupendas. Pognae es un asiento que se sujeta a la cintura de la madre o el porteador que sea. La sujección es estupenda porque combina velcro con unos cierres que hacen que de ninguna de las maneras pueda moverse. La anchura se puede regular sin problemas.
Una vez que te lo has puesto, tienes un asiento directamente en tu cintura. La sensación es diferente de otros métodos que había probado pero está bien. Te sientes sujeta, los riñones muy en su sitio y lo que sí que notas es el fajado de cuando porteas con un fular.
Pero claro, la que lo tenía que testar es la peque. En general, cualquier cosa que huela a «estar sujeta a mamá» le hace llorar (y ya os digo que me muero de pena) así que la prueba de fuego era que quisiera montarse. A regañadientes lo hizo, pero primera prueba superada, se sentó, quejándose pero lo hizo. A los dos minutos ya no protestaba más y pudimos ir un buen rato con ella encima, de una manera no traumática.
Yo no le he puesto el wrapper porque es lo que la hace llorar. Creo que es sentir una cosa en la espalda que la pega a mí es lo que le hace agobiarse. Entonces, y dado que esto es sólo una opción, decidi desistir. Sin duda si vuestros peques lo aguantan es mucho mejor para el porteador porque cuanto más cerquita los llevéis, menos se acusa el peso porque se reparte por toda la espalda. Pero en nuestro caso no es una opción. Ella lo que creo que necesita es tener la sensación de que puede subir y bajar cuando quiera y eso con el asiento sin más se consigue.
Montado como asiento, es bastante cómodo porque sí que se nota diferencia respecto a llevarlos a puro brazo. El peso se reparte mucho mejor y sobre todo, necesitas sólo un brazo para poderla llevar. De la otra manera, con 11 kilos necesitas los dos para sujetarla en condiciones y que no se caiga. Bueno, eso y que no acabes hecha polvo a los dos minutos. Con pognae, sólo un brazo es necesario.
La postura para el bebé es también la adecuada. Tiene que colocarse en la postura de la ranita, algo en lo que Mencía, que se agarra como los koalas, tiene bastante práctica y lo hace muy bien. Van mirando hacia ti, aunque como es fácil de poner, me lo moví a la cadera para que tuviera más visibilidad, que siempre les gusta. Se puede subir y bajar con facilidad, tantas veces como quiera. Con su peso, en esta posición y sin wrapper no recomiendo hacer grandes trayectos porque para eso en concreto no es la opción más cómoda, pero para la vida diaria, bajar a comprar, y movernos un poco, sí.
A mí me ha gustado mucho la experiencia y sin duda lo voy a utilizar a partir de ahora. Si queréis iniciaros en el porteo y pensais que tal vez sea tard, en Pognae tal vez encontréis un aliado. Los niños que han sido porteados desde muy pequeños se adaptan mejor a cualquier tipo de portabebés, pero aquellos que no tienen práctica igual les pasa lo mismo que a mí con Mencía. Y yo tengo claro que no quiero renunciar a llevarla encima mientras pueda ¡es que me encanta!