Para mí, elegir el nombre para un niño es una tarea realmente importante. Bueno, lo reconozco, lo mío roza la paranoia, pero también creo que hay personas que se lo toman demasiado a la ligera.
Cada uno tenemos nuestro gusto personal, y esto es completamente respetable. Hay nombres que nos gustan, y otros que no. Unos se mueven por la tradición, otros prefieren los nombres convencionales, a unos les da igual que haya muchos niños con ese nombre si realmente les gusta, otros quieren destacar y elegir un nombre poco oído, en fin, que hay muchos nombres, y muchas elecciones. Y está claro: siempre habrá a quien le encante y a quien le horripile. ¡De esto no nos vamos a poder librar!. Al final, lo que cuenta es que les guste a los padres, y lo que opinen los demás, está de más. Tengo una amiga que dice que a todo se acostumbra uno, y que hasta el nombre aparentemente más horrible puede acabar gustándonos si lo asociamos a una persona que nos gusta. ¿No os ha ocurrido lo contrario alguna ocasión? ¿Un nombre aparentemente bonito que no os gusta porque os recuerda a alguien que no os cae bien?
Cuando digo que a algunos padres deberían quitarles el carnet no me refiero a los que les ponen nombres que no me gustan. Tampoco creo que haya que llegar a mi nivel de histerismo, ya que salvo consultar la numerología lo sopesé todo. Por ejemplo, no quería ponerle ningún nombre que empezase por D porque sus iniciales serían D.E.P. (Descanse en paz) y me daba bastante mal rollo. ¡Así soy yo! Otras cosas las sopesé, pero decidí que no me parecían tan importantes en global. Pero bueno, ya digo que yo soy muy rarita para estas cosas.
La cosa es que hay nombres que sinceramente creo que hay que evitar. Nombres que en abstracto estarían bien, pero en combinación con el apellido son un auténtico despropósito. Hace poco tuve posibilidad de contratar a un Miguel Lete. Las risas de la persona que tuvo que hacerle la entrevista de trabajo todavia se están oyendo porque no había manera de que el pobre pudiera mantener la cara de póker cada vez que decía «Miguelete». Ponerle a una criatura Martín no es una buena idea si sus apellidos van a ser Martín Martín. Nos puede parecer muy gracioso, pero una persona nunca debería ser un chiste ambulante. De alguna manera, nuestro nombre es nuestra marca personal, y si la nuestra es un chiste, tal vez no nos tomen demasiado en serio.
Es una porquería cuando tienes un nombre de lo más normal y de repente sale un cantante, una actriz, o un personaje público que se llama como nosotros. Los Fernando Alonso, Mónica Naranjo o Marta Sánchez del mundo tienen que estar encantadísimos de que sus homónimos hayan triunfado y que las personas cuando los conozcan siempre esbocen una sonrisa (y eso cuando son discretos). ¡Tienen que acabar auténticamente hasta el gorro de los chistes, las bromas y las obviedades! Y ya si la persona encima es polémica o no suscita demasiadas simpatías para algunos… ni os cuento. Obviamente, para nosotros Belén no fue una opción, dado que el apellido iba a ser Esteban. Una cosa es que el famoso salga a posteriori, que eso es simple mala suerte, y otra cosa que lo pongamos por hacer la gracia cuando el famoso está en la cresta de la ola.
Pero hay nombres que ya directamente e indignan. Afortunadamente esto en España no está permitido, pero estos dos ejemplos (vistos en el blog de Yosoymadre) directamente me ponen de mala leche.
Aunque quién más habla, es la que más tiene que callar. ODIO el nombre de mi blog. Eso me pasa por no pensar más de un minuto cómo quería llamarlo, convencida de que no me iba a leer más que mi familia y amigos y era una cosa muy de andar por casa. Manda huevos…