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Maternidad

Pa’ el Pilar sale lo mejor…

¡Pero qué poquito soy yo de fiestas! No sé si será porque como cuando era pequeña no tenía pueblo al que ir y no pude disfrutar de las fiestas cuando se tiene edad para ello o simplemente porque soy una «desaboría». No tengo ni idea, pero odio los mogollones de gente, las aglomeraciones, el no poder ni respirar ni moverme. No me gustan. Nada. Y con estos mimbres, pues claro, llegan las fiestas del Pilar y mis dos soles pues salen poco. Afortunadamente a mi hija mayor parece que estas cosas le gustan tan poco como a mí, así que no me siento tan culpable. Así que si esperábais una crónica sobre lo que he hecho en los Pilares, ésta acaba pronto: rezar para que terminen pronto.

Gigantes y cabezudos

En realidad, esto me sirve como excusa para hablaros de lo diferentes que son mis hijas. No tengo ni idea de si en otras ciudades de España se estilan los cabezudos (y agradecería que me lo aclaráseis en los comentarios) pero aquí están al cabo de la calle. Están quienes los adoran y a quienes les aterrorizan, encontrándose mi hija mayor entre ellas. Esto de ver a unos cabezones persiguiendo niños para atizarles (supuestamente suave) le hace temblar de miedo. Ahora ya no es tan exagerada la cosa, pero antes con solo mentar su presencia ya nos podíamos encerrar en casa. Daba igual que fuesen a salir a otra hora, en otro punto lejano de la ciudad… Aldara estaba tan aterrorizada que no podíamos ir a ningún sitio. Sólo la he visto pasarlo tan mal con las procesiones de Semana Santa. Se muere del miedo. Y como a mí tampoco es que me apasionen, por no decir directamente que me aburren soberanamente, pues no es mucha la renuncia. ¡Pero me imagino que si llega a caer en una familia de las que viven la Semana Santa intensamente se acordarían de todos su muertos!

Aldara es una niña resistente al cambio y bastante miedica. No lo digo en plan peyorativo, porque yo soy bastante parecida en realidad. Soy una cobardica consciente de que lo es, que por lo menos es «algo». ¡¡¡Mi padre es igual de valiente que yo (o sea, cero) y está convencido de que es el más osado del planeta!!!. A mi hija probar cualquier cosa nueva le cuesta horrores. Cuando se siente cómoda haciendo algo, convencerla para que intente cosas diferentes y que además, por lo que la conozco, sé que le van a gustar, es tarea de titanes. ¡Lo que hay que luchar con ella! Yo no soy partidaria de forzar a nadie, y cuando percibo que su miedo es de los paralizantes la dejo bastante en paz, porque ya tendrá tiempo, pero hay veces que sí que hay que darle un empujoncito.

En cambio Mencía yo no sé a quien ha salido. Está claro que a mí no. El otro día estuvimos en las ferias y la montamos en un tiovivo ¿Quién dijo miedo? Fue ponerse en marcha y todos los adultos que estábamos dijimos al unísono… jorrrrrrr ¿esto no va demasiado rápido?. No exagero si os digo que yo me mareaba sólo de mirarlo. Como soy poco dada al drama, me imaginaba a mi pequeña de rizos al viento volando por los aires, saliendo despedida del coche de bomberos que pilotaba. ¿Se inmutó la tía? ¡Qué va! Ponía cara de ¿pero cuándo empieza aquí la marcha?.

La verdad es que las dos no pueden parecerse menos en cuestión de carácter. Aldara es mucho más dependiente. Como dice mi madre, necesita público para todo lo que hace. Sin embargo es bastante despegada y no es demasiado fan de los arrumacos ¡y con la pesada que le ha tocado de madre va lista! Mencía por el contrario es muchísimo más independiente. El otro día, sin ir más lejos, decidió que no tenía ganas de irse a dormir y (literalmente) cogió la puerta y se marchó. Nos la encontramos en el rellano de nuestra casa preparada para coger el ascensor. No sé si es que organizaban un bibellón (como me dijo alguien en facebook) o qué, pero estuvo en un tris de irse a conocer mundo. Miedo me da. Un día mis padres hartos de esperarla porque se entretiene mirando a las moscas, se escondieron a una distancia prudencial a ver qué hacía cuando se encontrase sola. ¿Qué hacía? Pues a los diez minutos de reloj (mi madre estaba controlando el tiempo) descubrió a mi padre asomando detrás de unos arbustos y se fue tan pichi con él ¿y el resto del tiempo? pues siguió su camino tan pancha. ¡Esta niña tiene un peligro…!!!!

Sin embargo, Mencía con todo lo independiente que es (ya os he contado que se viste, se ducha, hace pis o caca en el orinal y luego lo tira al váter sola) es muchísimo más cariñosa que su hermana. Lo mismo se te está comiendo a besos que después te arrea un mordisco, dicho sea de paso, pero en general es tremendamente achuchable. Y con esa cara de bicho que tiene a veces mantener la seriedad es terriblemente complicado.

En fin, que aburrirnos no nos aburrimos. Entre las sentencias de Aldara (que parece que tenga dos o tres años más de los que tiene por lo menos) y las pifias de la otra tiempo para estar ociosos mirándolas venir en serio que no tenemos…

Por Walewska

Madre de dos niñas. Gafapastas. Cuqui de barrio. Me gusta tomarme la vida con humor. Cuando tengo un rato libre me abro un blog. Escribí Relaxing Mum of café con leche. Me gusta andar descalza, creo que los postres sin chocolate no son postres y soy compulsiva en todo lo que hago.