Ya os conté que uno de nuestros juegos nocturnos es «Te quiero tanto». Anoche estábamos jugando después de venir del cuentacuentos al que fuimos por la tarde y la conversación fue así:
ALDARA: mamá te quiero tanto… que iría a Saturno
(nota para el lector, estuvieron con los planetas en el trimestre pasado y me torturó días y días con esta canción de Enrique y Ana que hasta canta la pequeña de la cantidad de veces que la escuchamos)
YO: ¿Que irías a Saturno? ¿Y para qué? ¿Para traerme algo?
(La cosa es que no se trata de decir cosas sin sentido, sino estimular la lógica con algo tan chulo como el cariño. Ir a Saturno como acto de amor no tiene sentido si no es con un objetivo. Hubiese valido «te quiero hasta Saturno», porque gana a «te quiero hasta la luna» al estar más lejos, pero si hay que ir se va, ir pa na es tontería)
ALDARA: Sí… te traería … (se lo piensa)… ¡¡¡¡un anillo!!!!!
YO: ¿Un anillo de Saturno?
ALDARA: ¡¡¡¡¡¡¡SÍIIIIIIIIII!!!!!!! (con voz triunfal)
YO: oooooooooooooh, qué bonito
No sonaron violines pero casi. Y ahí estábamos regodeándonos, Aldara porque ha hecho un «te quiero tanto» de nivel, y yo porque me quiere tanto cuando se oye la vocecita de la pequeña que con su lengua de trapo nos dice…
MENCÍA: Y a mí me traes un teléfono.
**************
Casi me hago pis de la risa que me entró. Me caían lagrimones de tanto reír 🙂