No hace demasiado leí que la oscarizada actriz Sandra Bullock (y referente de la comedia romántica durante muchos años) se quejaba de que cada vez que se referían a sus hijos lo hacían con la coletilla de “adoptados” y era algo que odiaba. Ella en 2010 se separó del que era su marido Jesse James y casi simultáneamente anunció que había adoptado a Louis, un niño afroamericano. A su familia un lustro más tarde se añadía a Laila convirtiéndose así en madre de dos.

Sandra Bullock decía en una revista en junio de 2018 “Por favor, refirámonos todos a estos niños como “nuestros hijos”. «No digamos mi hijo adoptivo porque nadie dice mi hijo de fecundación in vitro o mi oh, mierda, fui a un bar y me quedé preñada. Digamos solo nuestros hijos. Lo cierto es que hasta ahora ni siquiera había caído en lo que dice la Bullock y personalmente creo que tiene toda la razón del mundo. ¿Qué más da, a efectos de amor y de afecto, cómo hayan llegado los hijos a nuestra vida? Poniéndoles etiquetas a sus orígenes marcamos distinciones y establecemos categorías.
«No digamos mi hijo adoptivo porque nadie dice mi hijo de fecundación in vitro o mi oh, mierda, fui a un bar y me quedé preñada. Digamos solo nuestros hijos
Sandra Bullock
Ahora los tratamientos de reproducción asistida se llevan con mucha más normalidad; con el retraso en la edad de la maternidad cada vez son más frecuentes. A partir de los 35 años las posibilidades de tener un bebé sin ayuda caen estrepitosamente (lo que no quiere decir que no te puedas quedar embarazada a los 45, pero sin duda es mucho más difícil) así que todos tenemos a nuestro alrededor a alguien que se ha sometido a una fecundación artificial o a una in vitro. Nadie lo ve raro, ni hay ningún problema más allá del dinero que cuesta y las listas de espera si lo haces por la seguridad social. Pero hace unos años había un ligero estigma y la gente no lo contaba por pudor, se llevaban con un cierto secreto. Era como si fueran hijos de segunda ¡y vaya tontería! ¿Se es más hijo si se ha concebido por los medios convencionales o si ha habido ciencia y medicina de por medio? ¿Se es más hijo si se ha concebido a la primera que si nos cuesta meses de búsqueda? La respuesta está clara: se es hijo, punto.
Pues con los niños adoptados debería ser exactamente igual. Una madre española que tiene una hija nacida en China no la quiere menos que una que ha nacido de su vientre. Un niño venido de Etiopía va a recibir el mismo amor que si se hubiese gestado aquí. Cada vez que especificamos que es su hijo ADOPTADO estamos marcando una barrera, estamos diciendo de manera indirecta “es un hijo, pero en el fondo no es suyo de verdad” … cuando ese hijo y esos padres no sienten ninguna diferencia.
No digo que lo hagamos conscientemente (de hecho hasta que leí a la Bullock no era algo en lo que yo misma me hubiera parado a pensar), pero sí que creo en el poder de las palabras. Y creo que tiene que ver en cierta medida – y esto que voy a decir no creo que vaya a ser muy popular – con un racismo que tenemos interiorizado y pegado al subconsciente. Todos. Yo también. Le añadimos el “adoptivo” a los hijos que son de otra raza que sus padres y que obviamente no pueden ser biológicamente suyos… y lo obviamos con los que son físicamente como nosotros. Como se parecen nadie dice nada, nadie se cuestiona de dónde vienen o dejan de venir, nadie le da importancia. Como tendríamos que hacer con todos, vamos.
Así que entono el mea culpa. No creo que sea fácil borrar el “adoptados” de mi lenguaje porque hay cosas que tenemos tan interiorizadas que no siempre es sencillo erradicarlas de la noche a la mañana. Pero sí que me esforzaré por intentarlo. Ya no más “Nicole Kidman tiene dos hijos adoptivos y dos hijas biológicas”. Nicole tiene 4 hijos. Punto.
Una respuesta a «Hijos de primera, hijos de segunda»
Yo tampoco era consciente de ese detalle. Pero sí estoy segura de que una vez son tus hijos da igual en que vientre se hayan gestado, harías todo por ellos. No importa la sangre que corra por sus venas.