Hace unos años, cuando nació la-que-no-es-mi-ahijada-pero-como-si-lo-fuera le regalé una muñeca de trapo que me mandaron. Era una muñeca como de un palmo de alta de tela, y que no tenía de especial nada aparte de ser tremendamente bonita. Unos meses más tarde recibí la llamada de su madre toda agobiada porque resulta que habían perdido la […]
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Playskool juega, guarda y lleva*
