Hay cosas que no son genéticas, definitivamente. Yo soy un auténtico desastre: no me maquillo, los complementos suelen brillar por su ausencia y cambiarme de zapatos y de bolso me cuestan un mundo. Pero luego ahí están mis hijas. La mayor es la tía más feliz cuando la maquillo (siempre con algún motivo, fiesta de […]
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