Con este frío que hace parece que tenemos todos una obsesión en común: abrigar a los niños. ¡Bueno, unos más que otros! A mí me han salido las niñas calurosas y ponerles cualquier cosa es poco menos que misión imposible. ¡Aunque yo lo intente! (Bueno, tampoco mucho, que para cocerlas vivas está su padre).
