La última vez que yo hice camping-camping por no existir, ni existía el Decathlon, templo del excursionista (al menos del dominguero). Recuerdo que nos llevábamos aquellas canadienses espantosas con los hierros que pesaban como un muerto, y los sacos de dormir eran terribles. Abrigar, abrigaban un huevo, pero la operación de meterlo y sacarlo en […]